La escena tiene lugar hacia la mitad de la película El tercer hombre. El personaje principal, Holly Martins, como escritor de novelas baratas del Oeste que es, no tiene ningún reparo en señalar durante la conferencia que imparte que Zane Grey es el autor que más admira. Con este comentario crea gran confusión y azoramiento entre el exquisito público. Cada vez que veo la película y llego a este momento, no puedo impedir que pasen por mi mente diversos títulos de las novelitas de Zane Grey que leí en mi juventud.
Pistoleros, bandoleros, exploradores, colonizadores, indios y diversas heroínas, conformaban el paisaje que nos proponía en sus tramas y sagas este imaginativo narrador. Las obras que figuran en la imagen nos hablan de praderas de artemisa, nobles caballos, barrancos y cañones, persecuciones y venganzas. Hubo un tiempo en el que seguí atentamente los detalles geográficos donde se desarrollaban todas estas aventuras. Para ello (me lo enseñaron así en el colegio), me valía de los mapas que me enviaban desde distintos estados americanos, atendiendo a las peticiones que les hacía a embajadas y otras instituciones públicas. Los lugares descritos en las novelas, para mi sorpresa y regocijo, resultaban ser reales. Efectivamente, el arco iris estaba al final del camino.
Un Oeste mítico, romántico y, posiblemente, nada realista desde el punto de vista histórico. Un Oeste para soñar con héroes, con malvados y con muchos lugares para cabalgar o hacer senderismo. Que yo sepa, actualmente estos relatos pueden encontrarse en Emule, en la colección electrónica de la librería Papyre y, con suerte, en librerías de viejo.
En conclusión... Son novelas baratas, sí; y como novelas baratas, resultan exquisitas.
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