lunes, 18 de noviembre de 2024

ANÁLISIS DE UN TEBEO

Recupero una entrada de APRENDÍ EN EL KIOSCO (otro blog) para incorporar el comentario sobre un cómic de mi infancia. Las imágenes mostradas tienen el copyright de sus autores o dueños actuales, y sólo son mostradas con la intención de su análisis y estudio. El tebeo elegido es el número 3 de la desaparecida revista Bravo, del año 1968. El porqué de la elección de esa colección y de ese número concreto es debido a factores totalmente personales. Me explicaré. Fue el primer número que adquirí de la entonces recién nacida revista o tebeo Bravo (de la Editorial Bruguera), y lo hice, por supuesto, en el kiosco de la barriada. Este tebeo constituyó, para mí, un gran hallazgo, pues encontré una revista dedicada casi en su totalidad a las series de aventuras, que eran las que más me interesaban entonces. Ni que decir tiene que adquirí semanalmente cada número hasta su desaparición. Su final fue en el número 46. Así que no duró más que una temporada, viniendo a ser sustituida por el tebeo Gran Pulgarcito.

Para proceder verá el lector que mezclo las descripciones y los datos con impresiones personales. No resulta muy académico, pero encuentro gusto en ello, ya que todo está muy ligado a mi infancia y juventud.

Portada, contraportada y página nº2




Según aparece en la Wikipedia, el primer número de la revista hizo su aparición el 19 de febrero de 1968, por lo que, si los cálculos no me fallan, el número 3 tuvo que llegar al kiosco (y de ahí a mis manos) un par de semanas después, ya en marzo. Por lo tanto, yo tenía nueve años recién cumplidos.

Lo primero que me llamó la atención fue, lógicamente, su portada. No era la habitual de los tebeos de la Editorial Bruguera (Tío Vivo, Pulgarcito, DDT...), que aportaban una historieta de algún personaje cómico. NO. Era mucho más impactante con esos bólidos en carrera. El precio era el mismo que el de los demás de Bruguera, así que no lo dudé y compré el tebeo. Era una revista grapada en el lomo con 32 páginas, y el tamaño era de 26x18 cm. Hay datos de la colección Bravo en TEBEOSFERA, de la que he adquirido buena información, por lo que aprovecho para dejar este enlace con su página Enlace a Bravo en TEBEOSFERA

Sabemos, por fuentes como la citada, que la portada estaba dibujada por Edmond (que adquiriría fama años después por el personaje Jan Europa), y reinterpretaba con gran dinamismo una escena de una de las historias que contenía la revista: Grand Prix, Chico Monza. La contraportada estaba dedicada a publicidad de Cola Cao. No tiene mayor interés, salvo el hecho de que su diseño sigue las pautas de las fotonovelas y es una suerte de cómic al modo de viñetas a base de fotos. La página nº2 consta de pasatiempos, similares a los que también aparecían habitualmente en las mencionadas revistas de Bruguera. Este tipo de pasatiempos llegó a entretenerme mucho durante aquellos años, lo que me sirvió para desarrollar cierta disciplina en poner la atención en los detalles, lo que no concuerda muy bien con lo despistado que llegué a ser para otras cosas.


La serie Chico Monza, arranca en la página nº3, y consiste en las aventuras de un piloto de carreras, muy bien dibujada por César Aurelio Spadari, con guion de Víctor Mora (ya se sabe, el creador del Capitán Trueno, el Jabato, el Corsario de Hierro y tantos otros). El coloreado de esta serie es podemos decir, cuasi-tricolor: junto al blanco y negro se le añade una gama del rosa al fucsia, que también será la tónica de las páginas de la revista no realizadas a todo color. Cada página está constituida por cuatro filas de viñetas, formato habitual de este tipo de revistas para las series realistas. La serie consta de cinco páginas y es una aventura autoconclusiva, titulada "El príncipe mimado". El tal príncipe tiene, curiosamente, los rasgos del actor Charles Laughton de joven. Ahora, y no con mis nueve años de entonces, ya conocemos que ese recurso de utilizar rasgos de actores u otras personas reales es común en el mundo del cómic (y me vienen a la cabeza varios personajes del glorioso Flash Gordon de Dan Barry). No creo ni recuerdo que yo llegara a reconocer a Charles Laughton en aquel momento en el tebeo, aunque tal vez ya había visto en televisión Rebelión a bordo o El Capitán Kidd, con mi más inocente e infantil percepción, centrada más en barcos, piratas y luchas, que en dramas históricos.
Acreditación de los autores en una viñeta; firma del dibujante en la viñeta derecha.

Ni el dibujo ni el guion están acreditados en las cabeceras, sino que aparecen en la segunda viñeta. Por cierto, Víctor Mora utiliza uno de sus pseudónimos (R. Martin). Spadari firma en una de las viñetas finales. El dibujo de Spadari es estilizado y elegante, con estilo algo estático, buen uso del claro-oscuro y personajes, por lo general, delgados e incluso huesudos. La serie no me cautivó tanto como otras, pero era un buen comienzo para mi nuevo tebeo.

Páginas 4 y 5


En la página nº4 encontramos la primera gran joya. A todo color se nos presenta Galax, el Cosmonauta, a  cargo de Francisco Fuentes Man y, otra vez en el guion, Víctor Mora, y acreditados ambos en la cabecera de la página 5 (esta vez Víctor Mora es Víctor Alcázar). El dibujo de Fuentes Man es magistral. Este dibujante se encuentra entre los tres mejores del período clásico de la serie del Capitán Trueno (junto a su creador, Ambrós, y junto al peculiarísimo Ángel Pardo). Me fascinaron estas aventuras siderales tan contundentemente dibujadas, con esos rostros de rasgos tan duros, el peligroso meteorito en el que se encuentran, los cohetes, el monstruo, los malos... Todo ello en cuatro intensas páginas. La cosa prometía porque sólo era, prácticamente, el principio de la revista. Era una lástima que ya la serie estuviera empezada, como sucedía con las otras dos grandiosas de la revista, pues sólo bastante tiempo después pude acceder al contenido de los dos primeros números. De momento debía conformarme con el pequeño resumen aportado en la cabecera de la página 5, que explicaba lo ocurrido hasta entonces. Por supuesto, era una serie de "continuará", y me moría de ganas de tener el siguiente númeroCon nueve años, yo aún no había conocido a Flash Gordon ni a otros clásicos del Espacio o de la Ciencia Ficción, por lo que éste fue mi estreno en tebeo. Era tan emocionante para mí como las series de TV de la época: Viaje al fondo del marPerdidos en el espacio, y las maravillosas de marionetas Guardianes del Espacio y El Capitán Escarlata. Aquí dejo un enlace sobre la serie Galax, el Cosmonauta

Seguimos con el análisis el tebeo. Las páginas coloreadas se alternan con las "tricoloreadas" durante toda la revista. Llegamos a la página 12 y encontramos otra desconocida maravilla: Michel Tanguy.


Es una serie sobre bélica sobre pilotos franceses y sus aviones, los increíbles cazas Mirages III. Hay cuatro páginas y un "continuará" al final. Unos dibujos formidables, dinámicos, llenos de fuego y velocidad, un aterrizaje forzoso impresionante (el uso de la red de la pista era desconocido para mí) y magníficos diálogos.

Viñeta de la página 17.

¿Quién dibuja esto? Un tal Albert Uderzo, más famoso aún por dibujar a Asterix, aunque yo lo ignoraba. Y el guion es de un tal Jean Michel Charlier, otro desconocido francés más. ¡Caramba! ¡Una serie francesa hasta la médula! Años después comprobé que Charlier era belga, no francés. En la cabecera de la página 13 aparece el resumen de lo acontecido en números anteriores, la acreditación de los autores y una serie de palabrejas en francés para acreditar la procedencia de la serie: JOURNAL PILOTE DARGAUD S. A. PARIS. Es mi primera toma de contacto con la palabra PILOTE, que tan embriagadora me resultaría en los siguientes años, pues no en vano era el nombre de la revista original francesa y de los álbumes que posteriormente recopilarían estas series. "Me voy a comprar un Pilote" (pronunciando todas las sílabas, pues aún no sabía nada de francés) se convirtió en una frase muy anhelada por mí cuando podía emitirla, es decir, cuando tenía el dinero suficiente para comprarlo.

Página 20 de la revista Bravo nº44. Publicidad de libros Pilote.

Al igual que me ocurría con Galax, el Cosmonauta, yo no conocía aún otras series de aviadores como Buck DannyDan Cooper o las clásicas americanas como Johnny Hazard. Todo eso vino algo después, cuando empecé a llamar comics a los tebeos y conocí a las obras maestras de años anteriores. Así pues, Michel Tanguy, y su compañero Laverdure (la serie cambió de nombre con los años y pasó a llamarse Tanguy y Laverdure) fueron mis primeros héroes del cielo. Ni que decir tiene que, cuando algunos años después se estrenó en televisión la serie con actores de carne y hueso (Los caballeros del cielo), la acogí con gran entusiasmo. Dejo aquí el enlace con un página francesa, bastante completa, sobre la serie Tanguy y Laverdure

Publicidad de la serie en un número extra de Mortadelo (Almanaque para 1972).
No pertenece al número analizado de la revista Bravo.

Una cosa muy curiosa: tanto en las páginas 16 y 17 encontramos, al pie, un recuadro explicativo sobre los mecanismos de funcionamiento de algunos elementos de los cazas de combate. Esta aportación es idea de la dirección de la revista, y no aparece en los originales franceses. Este recurso ilustraba al lector sobre algún aspecto de la historia, en este caso, un aspecto técnico. Interesante y educativo.


Llegamos a la página 14. Aquiles Talón. Serie humorística. Dos páginas. En la cabecera de la página 15 volvemos a encontrar la misma leyenda que en Michel Tanguy: otra vez Francia.


Bueno, tiene su humor aunque no me llama demasiado la atención por entonces. En los próximos años, y ya en otras revistas, sí que lo disfrutaré, cuando capte su ironía y la personalidad del personaje. Ahora lo mío son las aventuras. Su autor es Greg. Dejo un enlace, Greg, otra vez de Tebeosfera, para ilustrar sobre la capacidad y el talento del dibujante y guionista. Entre sus logros quiero destacar que, años después, llegó a ser el guionista de la serie del Oeste Comanche, dibujada por Hermann.

Vamos a la página 18 para llegar a otra serie de aventuras, esta vez española: Los comandos de África. El dibujo es de Martínez Osete y el guión de C. Valle (otro de los pseudónimos de Víctor Mora). Como su nombre indica se trata de aventura africana, con gorilas y soldados, pero sin Tarzan. Transcurre durante cinco páginas, es entretenida, bien dibujada y con episodios autoconclusivos. Años más tarde comprobaré que el dibujante Martínez Osete trabajó también en El Capitán Trueno y en El Jabato, además de en otras adaptaciones al cómic de novelas de aventuras.


Las páginas 20 y 21 son en color, pero no están dedicadas a historietas, sino a un concurso y a publicidad. El concurso se llama Quiniela Bruguera y si te interesa participar con ciertas garantías hay que contestar a una serie de preguntas publicadas en las diferentes revistas Bruguera. Este tipo de concurso tenía el engorroso inconveniente de tener que recortar el cupón en las propias revistas, con lo que éstas quedaban mermadas. No recuerdo que yo participara.


La publicidad de la página 21 es para promocionar dos coleccionables de cromos: el típico álbum de la temporada de fútbol y otro sobre automóviles. Es seguro que yo estaba interesado, al menos, en el primero de ellos.

Y en la página 24, la tercera joya de aventuras en la revista: El teniente Blueberry. Dibujado por un tal Gir (Jean Giraud) y con guión de J. M. Charlier (¡el mismo de Michel Tanguy!). Y, nuevamente, la leyenda JOURNAL PILOTE DARGAUD en la cabecera. Es una serie del Oeste que, desde entonces, se convertirá para mí en la serie del Oeste por antonomasia. La aventura se llama Fort Navajo y me atrapa desde ese número. El dibujo es genial y la trama muy interesante. No tiene nada que ver con otras cosas del Oeste que yo hubiera leído en tebeos (ni con el Sheriff King de la revista Pulgarcito, ni con algún libro de Roy Rogers de la Ediciones Laida, ni con Tex, con todos los respetos para estas creaciones).


El dibujo es muy realista y los personajes muy bien terminados. Los soldados e indios son imponentes y también los caballos y, ante todo, el paisaje. Nunca había visto Arizona tan bien dibujada y representada o reimaginada por el artista.

Viñeta de la página 29. Paisaje, caballos y personajes.

Gir, en los años venideros se convertirá en el dibujante Moebius y pasará a ser considerado como el rey del comic europeo de vanguardia. Mantendrá dos facetas como artista del cómic: una realista para Blueberry y otra, más fantástica, para sus creaciones firmadas como Moebius. Todo esto vino después, pero ya en la revista Bravo le concedía yo un mérito insuperable.

Viñeta de la página 25. Magnífico plano.

Por cierto, y ya que ha sido mencionado anteriormente al tratar sobre Chico Monza, el teniente Blueberry era dibujado con las facciones del actor francés de moda por entonces, Jean Paul Belmondo, lo que empieza a resultar más evidente en los siguientes números de la revista. Me enteré de esto algunos años después. Esta aventura, Fort Navajo, es el inicio de una saga de cincuenta álbumes, hasta la muerte del dibujante, y parte de acontecimientos que realmente sucedieron.

En la página 27 encontramos un episodio humorístico: se trata de Topolino de Alfonso Figueras. Si bien es, como digo, humorístico, el destino de Topolino era vivir diferentes aventuras con personajes siniestros; estas aventuras eran a veces ciertas y a veces imaginarias, como en esta ocasión. Su inclusión en esta revista de aventuras era, pues, bienvenida, ya que aportaba un compensatorio matiz paródico. Alfonso Figueras persistió en este tipo de humor con otras geniales aportaciones como Cine Locuras o Aspirino y Colodión, en otras revistas Bruguera.


En la páginas 30 y 31 encontramos, en mi opinión, material de relleno. Ni los chistes de la página 30 ni un último episodio humorístico, La familia Trapisonda de Francisco Ibáñez, son una elección acertada, ya que no encajan con la tónica general de la revista.

Páginas 30 y 31. Humor de relleno.

En conclusión, y en mi opinión, la revista Bravo fue la aportación más importante a la aventura en aquellos años desde Bruguera. Tras su corta vida, fue sustituida por Gran Pulgarcito, un semanario de mayor tamaño y de cuarenta páginas, pero no dedicado a la aventura con tanta dedicación. Fue también el vehículo inicial y fundamental para que conociéramos el cómic francés de la época, si bien otros como Barbarroja, el demonio del Caribe (de aventuras de piratas),  Asterix o Iznogud (humorísticos) aparecieron otras revistas de Bruguera.

En conclusión... Un paso adelante, un hito en la infamcia 🏃🌟🏃🌟🏃🌟

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